jueves, 17 de octubre de 2013

I ULTRA TRAIL SENDERO - SULAYR DE SIERRA NEVADA 2013


Toda esta inmensa magia llamada  I ULTRA TRAIL SENDERO SULAYR - SIERRA NEVADA 2013, comenzaba desde la localidad de Abrucena (Almería).

Un precioso paraje y pueblo, en plena Sierra almeriense, que nada más adentrarnos por sus calles, ya nos embargaba todo aquello que veíamos.

Pueblecito castizo y de los buenos. De los que nada más llegar y entrevistarte con sus habitantes, ya te hacen sentirte como en casa.

Es lo bueno de volver a la vida, de volver al comienzo. Adentrándote por sus calles, el olor a leña sumado a ese aire puro que se respira, te hace ver y sentir, que indudablemente te quedarías a vivir allí durante algún tiempo.

Lo que se transpira en esos pueblecitos es tranquilidad y una paz apabullante. Una vez te sientas en alguna terraza de algún establecimiento y miras a tu alrededor, hace que parezca que el tiempo se detiene y solo te fijes y disfrutes de todo lo bello que se te ofrece entre sus colinas y paisajes.

Vistas preciosas, y toda una sierra por descubrir, que en breve y pasado esa tarde noche, nuestras piernas, cuerpo y mente, dejarían constancia de todo aquello que se nos iba a ofrecer.



Equipo de lujo el que nos juntábamos para hacer frente a la referida competición. Por un lado, y en este caso me acompañaría en la modalidad y totalidad de la prueba (95km), Dani Campos, y por otro y en la modalidad de (55km), nuestra Missfisio Mari Ángeles y Dani Martínez.

Todas las artes y medios necesarios para poder afrontarla sin ningún tipo de problema, poníamos rumbo hacia tierras almerienses a las 15:00 de la tarde. No sin antes, quedar en un restaurante de la zona y comer juntos para ir limando detalles e ir mentalizándonos de que ya todo esto por lo que habíamos entrenado y luchado, se convertía en una realidad.

De esa manera y como os digo, a las 15:00 en punto, destino hacia Abrucena. A esa preciosa localidad (como anteriormente os detallaba), llegábamos sobre las 18:00 de la tarde.




El viaje fue tranquilo y las risas y el buen rollo entre nosotros (como siempre), era lo que prevalecía ante cualquier circunstancia.

Una vez llegado al pueblo, e informado de primera mano por los primeros voluntarios que nos encontrábamos a nuestro paso, llegábamos al altiplano y zona de aparcamiento donde se había asignado por la organización, que dichos vehículos quedaran estacionados y en batería.

Antes de llegar al aparcamiento, ya se dejaba claro que en la zona y pueblo referido, todos y cada uno de sus habitantes tenían conocimiento de lo que allí y en breve se iba a llevar a cabo.



Muestra de ello fue al pasar por delante de tres personas, de avanzada edad y los cuales estaban sentados en un banco a la entrada del pueblo, que justo a su paso y deteniendo yo mi vehículo al lado de ellos, y dispuesto a saludarlos, no me dejaron mediar palabra y lo primero que escuchábamos de ellos fue un rotundo "ENGAAAAAA A CORRERRRR POR ESA SIERRA".

Y en ese momento, al que suscribe se le vino a la cabeza tantas cosas. Tantos recuerdos vividos y sentidos por dichos ancianos (que entre los tres, afirmaría yo, que rondarían cerca de los 300 años), al pensar que por donde nosotros en breve íbamos a correr, ellos (no es que ya lo hubieran hecho corriendo), pero estoy seguro que si lo habrían pateado, y no solo los casi 100 km a los cuales íbamos hacerle frente, sino inclusive me atrevería a afirmar, que en su totalidad todo el SULAYR con sus 300 km.




Una vez estacionado el vehículo en la zona asignada para tal fin, ya comenzábamos a ver llegar a compañeros los cuales también iban a sumarse a este gran Ultra.

También decir, que comenzábamos a ver caras conocidas los cuales con los correspondientes y oportunos saludos, nos alegrábamos de vernos, porque una cosa con dicha circunstancia quedaba clara, y para mí era lo más importante. El viaje se había llevado bien, y habíamos llegado a buen puerto.

La primera sorpresa y muy grata fue el ver a nuestros camaradas de Fontanería Martínez con Miguel Ángel en cabeza y su escudero Joaquín al frente.



Estos auténticos espartanos, nada más ver su presencia ya te hace presagiar que lo que allí se va a llevar a cabo, va a ser maravilloso y tremendo.

Continuando con nuestras labores de desembalar todas las bosas que traíamos consigo, otra de las más gratas y maravillosas sorpresas fue que en la zona hacía acto de presencia nuestro maestro.

El que gracias a él, en su día toda esta magia llamada BDM X-TREM tomo forma. Me estoy refiriendo, quién para mí, es el más grande entre todos los grandes, nuestro MAESTRO JUANDE.

Para mí, es energía extra y de la buena. Como digo yo, para que todo en tiempo y lugar hubiera sido perfecto, habría faltado la presencia de Andrés Moliner (Súper Muflón), y ya fiesta hubiera estado servida.

Es tanta la seguridad que me aporta. Tanto el convencimiento de saber que si él no estuviera presente nada de esto sería lo mismo, que delante de él y sin prensármelo ni un momento me en fundía en tremendo abrazo hacia mi maestro Juande.



Ya con todo preparado, la siguiente gestión era trasladarnos hasta los comicios y donde se iba a dar comienzo a la prueba para recoger los correspondientes dorsales y que se nos pasara revista para comprobar que teníamos lo necesario para competir la prueba, y con ello, nos pusieran el correspondiente sello, y nos confirmaran que no habría problema.

Todo al pelo y a la primera. También decir que ya lo teníamos todo gestionado para que llegado allí, no nos encontrásemos con algún que otro contratiempo.

Subir y bajar hacia el vehículo, eso sí que tengo que decirlo que lo hicimos. Cuando no era el dorsal (que se nos había olvidado), era la bolsa de turno, o la barrita de rigor que se nos había olvidado.

Pero todo cuadrado, ya se nos confirmaba a ciencia cierta, que la competición la teníamos en breve y nada nos detendría.

A mí en cuestión, se me asigno el número de dorsal 47 y a mi compañero de batalla el 20. No pudimos competir la carrera como nos hubiera gustado desde un inicio. Ya que nuestra intención era competirla por equipos.

Pero por circunstancias y porque (desde mi más modesta opinión), la organización no estuvo a la altura, no se pudo llevar a cabo, y no sabe Dios cuanto lo sentimos.

Mari Ángeles y David, en este caso si lo hicieron y se les asigno a ambos el dorsal número 410.


Una vez todo ya asegurado y en orden. Tranquilos nos encauzábamos hacia una sala en la cual la organización tenía previsto darnos una charla técnica de como se iba a desarrollar en su totalidad la referida prueba.

En este caso la hora asignada era a las 20.30 horas. Como relojes suizos, dentro de sus instalaciones allí nos encontrábamos dispuestos a memorizar en su totalidad todo aquello que considerásemos importante.

Habían muchas dudas, y estas tenían que quedar disipadas para tener la mayor seguridad posible hacia a lo que íbamos hacerle frente.

Como primera sorpresa, nos anunciaban que la prueba no iba a constar de 95 km como se hacía referencia en la publicidad del evento. Que en este caso se le sumarían dos y medio más, por haber tenido que hacer unos cambios sobre el terreno.



Puestos en materia, a lo que hasta el km 95 llevaríamos, no nos iba asustar, dos kilómetros y medio más, eso lo asumíamos y de las mejore maneras.

Otro de los apartados (y este sí, que por lo menos a mí, me preocupaba), era la climatología que nos íbamos a encontrar en plena competición.

Ahí sí que debo decir que fueron rotundos. No se equivocaron. Nos íbamos a mojar seguro y lo que nos pedían era que dispusiésemos de la ropa técnica necesaria en los tramos para no morir en el intento.

Por ello, se asignaron dos puntos en los cuales se podrían dejar bolsas con ropa para cambiarnos íntegramente si se diera el caso. Siendo los kilómetros asignados para tales efectos el km 40 y 70 respectivamente. 



Puestos ya en materia y acabada la charla, nos dispusimos a irnos a cenar y recargar pilas para el día siguiente, ya que pintaba que iba a ser bastante dura la contienda.

Cervecita de rigor, acompañada de unas patatas asadas con alioli y un bocata de tortilla a la francesa con tomate, hizo que el momento cobrara un especial sentido, por encontrarnos en precioso pueblo, y más que maravillosa su gente.

Por cierto, las grandes empresas embotelladoras de recipientes de agua, que se dejen de ir a ese pueblo, porque el agua que allí nos sirvieron y directamente del grifo, deciros que era buenísima y mejor que muchas de las embotelladas que a día de hoy compramos en algún que otro súper.


Pedazo de nariz que me ponía nuestro David Martinez

Con el estómago lleno, nos dispusimos a dirigirnos donde se nos había asignado la zona de descanso. Un polideportivo, en el cual, creo recordar que nada más que pernoctamos unas 20 personas.

Decir, que por parte de la organización, se había asignado otro enclave para poder dormir en la localidad y a coste cero. Pero siendo previsor y como de costumbre nuestro Daniel Campos, ya nos ponía en antecedentes por experiencias pasadas, que el otro compartimiento nada más que disponía de un solo aseo, y eso iba a agravar considerablemente al grupo allí congregado y más trayendo como traíamos entre nosotros a una dama.

Nuestro Dani, concretamente nos dijo que nos fuésemos al polideportivo, a pesar de estar más alejado de la zona de salida de la competición, este disponía de varios aseos, y llegado el caso, y algún que otro apretón inesperado, mejor tener a mano lo oportuno y necesario para paliar males mayores.



La noche como de costumbre y previa a la competición se iba a presentar interesante. Desplegados nuestras artes para hacerle frente y de las mejores formas, deciros que no pegue ojo en toda la noche, y si a eso se le suma, que sobre las 03:45 de la madrugada, nos hacía acto de presencia en el exterior del recinto de una intensa lluvia, ya para que contaros.

Las premoniciones de la organización de carrera se hacían patentes y de qué manera. En el día anterior se nos ponía en conocimiento que comenzaría a llover sobre las 06:00 de la mañana. Pero ya, tan temprano y sabiendo a lo que en breve íbamos hacerle frente, mojado todo, cambiaria de inmediato nuestra estrategia de carrera.

Llegado el momento de levantarse, lo hacíamos y decir (agradecido por ello), que la lluvia había remitido e inclusive deciros que por completo. 

Nuestros relojes marcaban las 04:45 cuando nos poníamos en pie. Ya resultaba muy difícil el seguir acostado, y por ello y siendo previsores como siempre, nos dirigimos hacia una cafetería de la zona (la misma en la que la noche anterior cenábamos), y no es que nos pusieran de nuevo patatas con alioli asadas, pero sí un pedazo de café con leche y tostadas. En este caso y buenísimas, con tomate.



Repuestos en calorías y aproximándose ya la hora de salida, comenzábamos a congregarnos por la zona todos y cada uno de los corredores los cuales iba hacer frente a tal referida competición.

Corralillo de rigor, y una vez en su interior, me llevaba una sorpresa muy grata al coincidir con el gran Rafa Conejo, al cual lo conocía únicamente vía internet y que es de esa localidad tan preciosa y vinculada a mi vida como es, Roquetas de Mar de Almería. Allí, tengo a uno de mis mejores amigos llamado Isidro Rabal.

Pistoletazo de salida y decir que ya no había marcha atrás y si que un único objetivo. Llegar a la meta, sin saber el tiempo empleado. Pero llegar teníamos que llegar, que para eso habíamos estado entrenado todo el verano.



Primeros comicios de la contienda decir como siempre, que la gente sale disparada. A ritmo de media maratón diría yo si me aprietas. 

El que suscribe asombrado, le venía a la memoria la famosa frase que me lleve de los 101 km de Ronda de mi gran amigo, hermano y maestro Andrés Moliner ,(Muflón X-trem). Chachooooooo, no se da cuenta esta gente que esta carrera es de casi 100 km?), y sumados a montaña y con un desnivel en positivo que superaba los 5000 metros. 

En fin, como dijo otro gran sabio y amigo mio. Llegado el caso y adentrados en la competición "Dejar que los niños se acerquen a mí". Qué bueno, y su razón tiene. Solo, esa frase sabemos descifrarla, quienes estamos inmersos en este mundo llamado Ultra Trail por montaña.



Recorridos los primeros km de la competición, decir que estos se llevaban a cabo íntegramente por asfalto. La noche cerrada y encendido nuestros frontales, a falta de una hora para que amaneciera, hizo de nuevo y en esta ocasión con bastante intensidad de una nueva lluvia.

Lo que determino para asegurar posible resfriados innecesarios, que sacáramos de nuestras mochilas, Dani Campos y el que suscribe, nuestros corta vientos y chubasqueros, para hacerle frente y poder salir airosos del momento.

Así se hizo y duro poco. Calculamos que aproximadamente estuvo lloviendo alrededor de unos 20 minutos. Pasado ese tiempo y apunto de amanecer, se paraba por completo la lluvia para empezar a disfrutar y de pleno por donde corríamos.



Delante nuestra se abría un nuevo día. Una nueva oportunidad, que debo decir que no hay mejor manera que surja que de esta forma. Corriendo y ante un paisaje de ensueño.

Paisaje que al que suscribe, lo hizo dudar, porque contemplaba y a lo lejos, muchas luces intermitentes y blancas, de lo que creía yo ser, más corredores por la zona. 

Dani, al momento de nuevo me saco de dudas. ¿Corredores hermano?, si eso que ves como luces intermitentes son, los dispositivos de seguridad que poseen los molinos de viento para que no se estrellen los aviones. Diosssssssssssssssssssssss, jajajajajajajajjaja, os podéis imaginar el momento, en plena sierra, nos tuvimos que parar por completo y reírnos hasta la saciedad.



Ya decía yo, que para el poco tiempo que llevamos en competición, como las luces que veía, éstas en todo momento las dejaba detrás mía, pensaba yo, que demasiao tramo le habíamos sacado al resto. O una de dos, nosotros estábamos más fuertes que el vinagre, o el resto no se había preparado la carrera .

Puestos de nuevo en ruta y a sabiendas de lo que nos quedaba, nuestra premisa en esta competición estaba clara, seccionarla por tramos.

Como sabéis, esto no es una competición normal. En estas competiciones tan largas, más que físicamente (que de sobra sabemos que estamos preparados para llevarla a cabo), tienes que estar preparado mentalmente, para hacer frente a todo lo que sabes que te va a pasar. Porque lo sabes, y es lo jodido.



Pues de esa manera, y sabiendo que por parte de la organización se había asignado zonas de avituallamiento cada 10 km, íbamos a ir a por ese primer km 10.000.

Llegábamos a una zona la cual nos tenían preparado el primer avituallamiento y en este caso de líquido. Todavía las fuerzas se mantenían intactas y solo cabía recargar los recipientes.

Abierto ya el día, debo decir que nos recibía de las mejores maneras. Un sol, el cual paliaba todo presagio climatológico anunciado por la organización un día antes.

Momento el cual, se aprovecho para desprendernos de nuevo del corta vientos y chubasquero, para dejarnos únicamente una camiseta técnica y de manga larga para afrontar los venideros km.



Las sensaciones durante esos primeros km debo decir que fueron muy buenas. Nos lo tomábamos tanto Dani como el que suscribe de una manera muy tranquila.

Se trataba de asegurar y no dejarte llevar por la gente, porque se sabe y de sobra, que en este tipo de competiciones todo lo que te excedas de inicio, lo pagas en su defecto en el último tramo. Modestamente sé lo que me digo, y no me equivoco, por ello, chino chano y con una filosofía como si estuviéramos afrontando nuestros 102 ultra, ascendíamos por colinas, pasábamos por parajes y volvíamos a unas interminables pistas que nos hacían perdernos sobre el infinito.

Parados en el km 20 de competición y sobre otro avituallamiento, ahí he de decir que nuestros cronos marcaban 3 horas de competición. Si conseguíamos ir a ese ritmo establecido, no muy pesado y si para nosotros hasta ese momento cómodo, conseguiríamos bajar de las 15 horas.



Consecuentes y no dejándonos llevar por el momento, nos abríamos paso de nuevo por preciosas vertientes. Vertientes que debo de decir (y cuanto me alegro), que en este primer tramo y casi todo el ultra al cual hicimos frente, nos salvaron los palos que llevábamos consigo.

A esta competición en concreto, íbamos mentalizados mucho antes de su inicio,  a llevarla a cabo íntegramente con ellos.

Como las sensaciones obtenidas en los entrenamientos fueron muy buenas, pusimos en práctica todo lo aprendido en ellos, y he de deciros que acertábamos y de pleno.



Toda subida a la cual tocaba hacer frente, se hacía andando, enérgicamente, pero viendo de la manera que subíamos y a la vez adelantábamos a gente, no sintiendo ningún tipo de molestia en nuestros cuádriceps, presagiaba que no lo íbamos a pasar en grande.

Si en las subidas que nos tocaban afrontar, nos lo pasábamos en grande con los palos, imaginarse a la hora de bajar. Y más por esos parajes. Nada que ver a lo que yo estoy acostumbrado y por donde llevo a cabo mis entrenamientos.

Toda esta zona, sus vertientes de descensos, eran auténticas pistas de esquí. Es más, en alguna que otra ocasión y por la manera que bajábamos, me hacia recordar mis tiempos vividos y disfrutados de igual modo en la localidad de Puigcerdad (Girona).



Alguna bajada era pronunciada y escarpada, pero preciosa. Por el terreno en el cual se llevaba a cabo decir, que no daba ningún miedo a la hora de coger ritmo y dejarte llevar por lo que se te ofrecía.

Así, poco a poco, disfrutando y haciéndonos más de una foto, saltábamos del km 20 al 30 y del 30, llegábamos a ese primer avituallamiento solido.

Antes de llegar a ese lugar, decir que lo que nos encontrábamos era un inmenso prado y a lo lejos se contemplaba donde nos iban a recibir con un auténtico festín culinario.



Y vaya si lo hicieron, naranjas, plátanos, agua, embutido, platos de pasta. Todo ello preparado para nosotros.

En ese punto en concreto decir que no lo tomamos como mucha filosofía, teníamos claro que íbamos a sentarnos para comernos tranquilamente ese Platako de pasta que ingerida la primera cucharada, ya las siguientes entraron solas.

Además de ingerido el referido plato de pasta, una vez termine este, no lo dude en comerme un bocadillo de salchichón que allí se mostraba.



Una vez comimos, y paliada nuestras hambres, y repuestos con las mejores fuentes energéticas, nos dispusimos a cambiarnos de ropa, para con ello y sobre el siguiente tramo afrontar, no enfriarnos y con ello, mermar en nuestras posibilidades de dar por finalizada la prueba.

Solamente me cambie la camiseta técnica. El pantalón, aún mojado (mejor dicho, sudado), preferí dejármelo puesto. 

Decir que era la primera vez que competía con uno de ellos. Había entrenado, y las sensaciones obtenidas en cada uno de mis entrenamientos, me dieron la garantía máxima que iba a responder como respondieron.



Tengo en la mente todavía, aquella dura batalla la cual tuve que afrontar y solventar con más de 100 km por delante, (ultra Cartagena- Caravaca 160 km), con todas mis partes escoriadas. No me he vuelto a poner esas mallas sobre rutas de larga distancia. Y llegado el caso, he de decir, que cuanto me alegro por ello.

Continuando sobre lo planeado, a lo que íbamos hacer frente en esos precisos momentos iba a ser a uno de los tramos más bonitos de la Sulayr de Sierra Nevada.

Por parte de la organización y el día antes se nos ponía en conocimiento que del km 40 al km 46, se extremaran las precauciones sobre el terreno, ya que este se podía presentar complicado al desarrollarse íntegramente cercano al rio, e inclusive teniéndolo que traspasar en más de una ocasión, comportando con ello el poder resbalarte y abrirte la cabeza contra las rocas allí existentes.



Bueno, pues ante la dificultad añadida, y fotografía de rigor junto a un par de caballos, ese tramo para Dani y para mí, fue precioso. Es uno de los que más disfrutamos y que mejor supimos llevar a cabo, al tratarse de un terreno muy similar al habido por nuestra zona y que estamos acostumbrados a entrenar por él.

Hasta nos encontrábamos un tramo al cual había que encordarse (como aquel que dice), para poder descender y seguir corriendo.

Veredas, vertientes, puentes de ensueño y caminos arbolados, todo ello en conjunción con el paisaje en el cual nos encontrábamos. Y decir, que qué felices nos sentíamos. Con casi 50 km en las patas, y nos encontrábamos como si nada.



Sabíamos, por la experiencia que nos comportaba este tipo de competiciones, que la carrera comenzaría a partir del km 60 o 65. 

Contábamos también con una ventaja a nuestro favor, sabíamos que llegados al km 80, lo que tendríamos que afrontar hasta llegar a la meta, sería una bajada de aproximadamente casi 20 km. Ahí, si las fuerzas no menguaban, podíamos adelantar bastante.

Siguiendo en ruta y pasado el tramo más malo (para nosotros precioso y necesario para darle ese sentido el cual se merece la zona), seguíamos corriendo, andando, trotando e inclusive, parando por completo para volver a inmortalizar el momento ante estampas que no podían dejarse pasar. 



A partir del km 60, como os decía, ya comenzábamos a sentir molestias, ya sabíamos que nuestro cuerpo de un momento a otro, comenzaría a quejarse y a su manera.

Que si tirón en un gemelo, que si se me montan los cuádriceps, que si el aductor se me contrae, que si me duele la espalda.

En fin, pasaban una infinidad de preguntas por mi cabeza, y todas relacionadas a lo mismo, si conseguiría acabar lo que a las 6 de la mañana había comenzado, sin sentir nada de lo dicho.

Os debo decir, que a esta competición venía mentalizado. De hecho y prueba de ello, compre un mes antes unas pastillas de sales minerales las cuales las lleve a curso y en cada hora de recorrido.




Quiere decir, cada 60 minutos o a lo máximo una hora y media, hacia ingestión de una de esas pastillas, acompañado, tuviera o no hambre, cada 45 minutos de la ingestión de un pastel calórico que mi mujer me había confeccionado la noche antes de mi partida hacia tierras almerienses.

A partir de ahí, el camino no se hacía fácil, ya comenzábamos diversos grupos de corredores a coincidir en diferentes tramos.

Unas veces ascendiendo, otras descendiendo y en tramos hasta llaneando por esas inmensas y alargadas pistas, coincidíamos corredores que al final ya compartíamos hasta comentarios a nuestro paso.



Eso nos paso con un compañero y amigo como es Domingo. Pedazo de espartano. El colega como se lo curraba en plena sierra.

Compartido unos metros junto a nosotros, nos decía que esta competición era su cuarto ultra realizado este año.

Se nos ponían los pelos de punta cuando Domingo nos decía en las competiciones a las cuales le había hecho frente.

Grande nuestro compañero de ruta Domingo

Desde ese tramo en concreto hasta casi la llegada a meta, íbamos alternándonos en posiciones. Unas veces nos adelantaba él, junto a otro grupo de cinco corredores, y otras éramos nosotros, y más cuando tocaba afrontar alguna que otra bajada técnica.

Ahí, tengo que decir (modestamente), que nos regalábamos y disfrutábamos de lleno. Ese es (sin duda), nuestro terreno y en el que mejor sabemos desenvolvernos.

De esa manera, seguíamos acumulando kilómetros y kilómetros hasta llegar al avituallamiento del km 70.  




Este avituallamiento en el cual nos encontrábamos, era de especial importancia, porque iba a ser el último avituallamiento donde se sirviera comida solida. En este caso un plato de arroz tres delicias.

No sé si por los nervios del momento. Si por la acumulación kilométrica llevada a cabo, o porque ya las sensaciones no empezaban a ser buenas, en ese momento en concreto no tenía mucha hambre.

Pero tenía claro que a pesar de la desgana, algo tenía que meterme entre pecho y espalda. Eso es lo que hicimos Dani y el que suscribe, compartir un plato de arroz juntos.



Una vez ingerido (sin muchas ganas como os decía), el arroz correspondiente, nos cambiábamos de nuevo de ropa, y en este caso volvía a ser de la parte de arriba.

Camiseta técnica únicamente. Seguía con los pantalones cortos sudados y mojados, pero no quería arriesgar a última hora y poder escoriarme.

Antes reanudar la marcha, tanto Dani como yo, sopesemos en dejar los palos, sabíamos que nos quedaban nada más que 10 km para llegar al km 80 y desde allí, por una gran cuesta y en sentido descendente, llegar de nuevo hasta el pueblo.



Aproximadamente 19 km de descenso lo que nos esperaba. Por ello, para poder economizar y sentirnos más cómodos, pensemos en dejar los palos. 

Menos mal, menos mal y menos mal, que no lo hicimos. Menos mal que fuimos consecuentes y por las sensaciones llevadas a cabo durante toda la competición y con los palos a cuestas, como habían sido tan buenas, nos dijimos hacia nosotros mismos que no eran merecedores de quedarse en la bolsa, y si de disfrutar junto a nosotros de todo el recorrido.

Así lo hicimos y cuanto lo agradezco. Sin duda, el objeto estrella en este mi primer Ultra hecho por mi persona, fueron los palos. 



Ellos nos salvaron de que hubiéramos muerto en el intento y más aún sobre tramos que eran auténticas paredes y terrenos escarpados. (como los concernientes a los pasos por mitad de los cortafuegos). Así, y viendo las sensaciones obtenidas, seguimos con ellos. 

Sin duda, para nosotros, la auténtica competición iba a comenzar a partir de ese kilómetro y parada. Aún sabiendo que lo que teníamos por delante eran solamente 10 km, decir que estos se nos hicieron interminables.

Todo un recorrido en constante ascensión y sin descansos. Ahí, decir que agudizábamos nuestros sentidos, y apretábamos nuestros cuádriceps, para no darnos por vencidos y seguir luchando como hasta ahora.



70-73-75-78, así, poco a poco, íbamos restando kilómetros a este precioso y duro Ultra.

El GPS de nuestro Dani ya comenzaba a dar sus últimos coletazos con avisos sonoros. Nos venía a decir, que dentro de poco, el contacto visual con el kilometraje hecho y el que nos faltara, lo íbamos a perder. Y así fue, y más o menos en el km 80.

Ascendíamos a la máxima cota en positivo y altitud de la zona (2200 m). desde allí y con un aire de espanto, nos recibía una furgoneta para abastecernos de lo más necesitado. Agua, isotónico y algún que otro caramelo y naranjas.

Hasta ese preciso momento y llegada, deciros que iba todo correcto. Al pelo y con buenas sensaciones. Pero, a mi parecer, creo que me perjudico y mucho, el pararme por completo en esa zona, ya que cuando quise reiniciar el camino, empecé a sentir un pinchazo externo y a la altura de mi rodilla.



Uffffffffffff, saltaron todas las alarmas en mi persona. De inicio, intente seguir el ritmo impuesto de descenso de nuestro Dani, pero después de un par de kilómetros, veía que ese dolor se acusaba y de manera más fuerte en dicha zona.

Decir, que la experiencia es un grado. Decir, que de todo se aprende, y que como en competiciones y entrenamientos anteriores, había sufrido de dichos males y sabia por consiguiente, en lo que se podía derivar si seguía en esa línea, no me lo pensé y me pare por completo.

Llame a Dani y le dije que algo en mi rodilla no funcionaba. Que no me sentía cómodo y que inclusive, comenzaba a dolerme mucho. Que siguiera en la ruta y nos veríamos en meta.



Fue tajante y rotundo y quizás eso es lo que me dio más fuerzas para seguir adelante y al ritmo estipulado.

Dani, al ponerle en conocimiento de mi supuesta lesión, fue tajante al decirme y sin pensárselo; me quedo a tu lado hermano. Desde un inicio, desde el comienzo, este nuestro primer ultra  lo hemos preparado juntos y no voy abandonarte a tu suerte. Si tú caes, caemos todos ¿no? Joderrrrrr, me quedé petrificado, pues aún añadió;

A estas alturas tengo claro que, las medallas ya están dadas ( y si no estuvieran dadas aún, me da exactamente igual), así que anda si tienes que andar, que yo permaneceré a tu lado hasta que entremos por la línea de meta y desplegando esa bandera de España como tenemos pensado.



No sé si fueron sus palabras, o las dos barritas energéticas, junto con un ibuprofeno y medio chupito de veneno que compartimos, lo que hizo que reaccionara de la manera que lo hice.

Sin pensármelo, me puse los cascos de música, que hasta esos momentos todavía no lo había hecho, e intente, mediante el trac musical que me puse (de mi gran amigo y hermano Nico Blanco), aislarme de la realidad. Pensar únicamente en correr y no focalizar mi pensamiento en el dolor que presentaba mi rodilla.

Esta circunstancia la aprendí y la suelo llevar a cabo, al leer el libro de Kilian Jornet titulado, (Correr o Morir).



En uno de sus relatos, habla de cómo intentar paliar el dolor en plena competición cuando aparece, y a mí, en esta ocasión debo decir que me funciono y cuanto lo agradezco.

Terminado de compartir junto a Dani ese Chupito de veneno ( tarrito de bebida energética), le dije; Dani, adelante, no te lo pienses y márcame como tú solo sabes hacerlo, el ritmo de bajada que te puedo asegurar que éste que habla ya no se va a parar hasta que no nos abracemos y sea en la línea de meta.

Dicho y hecho, e inclusive en pleno descenso y coincidiendo de nuevo con nuestro amigo Domingo, este por el ritmo impuesto de bajada y habiéndole puesto en conocimiento momentos antes de mi dolencia en la rodilla, se que se extrañaría y a su paso le dije; 


Domingo, esto es como el título de la película del Lute, "Camina o revienta", y de esta manera seguimos corriendo hasta llegar al último avituallamiento y que estaba en el km 90.

Allí, he de decir que las fuerzas persistían y la motivación quizás esta aún más patente. Veíamos cerca nuestra meta y ya era cuestión de tener cabeza y no dejarte llevar por las sensaciones.

En ese último avituallamiento, a pesar de quedar solamente, 5 km ( o eso creíamos nosotros, porque al final nos salieron casi 10 más), había gente que lo estaba pasando realmente mal.



Tirados en los suelos y con claros síntomas de estar totalmente rotos. Lo digo, en el ámbito muscular. Muchos de ellos, inclusive llegados a ese punto kilométrico y a tan poco de llegar a la meta, nos ponían en conocimiento que se retiraban y no continuaban con la competición.

Imaginarse que grado de sufrimiento tiene que llevar un ser humano, para que a falta de (entre comillas), tan poco, no puedan ni seguir andando. No puedan conseguir ese sueño, teniéndolo tan cerca, que no es otra cosa que cruzar la línea de meta.

Sobre esas distancias y kilometrajes, por experiencia, que no se os olvide que no hay otra consigna que esa. Que es la de cruzar la línea de meta, con la competición echada a tus patas y espaldas.



Ese para mí es el auténtico trofeo. La auténtica satisfacción de lo sufrido, no solo en la competición en sí, sino también en cada uno de los específicos y entrenamientos llevados a cabo para llegar en estado óptimo a la competición y terminarla.

Una vez más, debo decir, que Dios estaba junto a nosotros. Especialmente con Dani Campos y el que suscribe, porque fue salir de ese último punto de abastecimiento, y a un ritmo muy bueno, descender por toda esa ladera y saltar al asfalto.

Una vez nos introducíamos por el asfalto, ya sabíamos que esa recompensa la teníamos cerca. Ya sabíamos que a por lo que habíamos venido, sino fuera por una causa mayor, íbamos a celebrarlo y como realmente se merece.



Antes de llegar a esa parte de la cual os hablo, la del asfalto, tanto Dani como yo, teníamos nuestras cavilaciones. Nuestras dudas, en relación a ese último pueblo que se veía a lo lejos, y que supuestamente era el de la meta.

Nos volvió locos. Tengo esa imagen todavía clavada en mis retinas, cuando pensando que apenas nos quedaban unos km, a lo lejos se divisaba un pueblo, que por cálculo, puedo decir que estaría a más de 10 km.

Uffff, que bajón nos dio a Dani y a mí. De saber cómo íbamos y que notábamos por la carga acumulada que las fuerzas comenzaban a escasear. Pero por suerte nos equivocamos.



En otra de esas vertientes y todavía divisando ese pueblo, justo pasado una curva, debajo nuestra se encontraba ABRUCEMA. Lleno de luces, como almas pensábamos que nos estaban esperando.

Ahora sí, nos decíamos entre nosotros. Ese si es el pueblo hermano y mira que cerca que lo tenemos. Inclusive antes de adentrarnos de lleno por sus calles, y en plena carretera, nos cruzábamos con varios vehículos que a su paso no dudemos en desplegar nuestra bandera y anunciarles que en breve íbamos a entrar por la meta.

Ellos nos correspondían de igual forma. Vítores, gritos de ánimos hasta inclusive uno de ellos se nos puso a nuestro lado y comenzaron hacernos palmas.

Ese fue el último empujón necesario para hacer lo que hicimos. Para vernos inmersos de pleno en esa línea de llegada y observar como el marcador nos decía el tiempo empleado. 14 horas con 58 minutos. Habíamos conseguido llegar antes de las 22:00 horas, que de inicio era el reto que nos habíamos marcado.



En línea de meta, agradecer la espera de dos de los nuestros, los cuales al vernos no dudaron de hacernos las correspondientes fotos y a la vez felicitarnos.

Ellos sin duda y en este Ultra en concreto, un punto de apoyo y de los muy buenos. Me refiero a nuestra Súper Woman Mari Ángeles, y a ese guerrero llamado David Martínez. Gracias de verdad por vuestra paciencia y entrega durante todo el tiempo que hemos pasado juntos.

Y por lo demás que os voy a decir que sentimos. Una alegría inmensa de conseguir aquello que desde un inicio nos habíamos propuesto.


Tremendo abrazo nos dimos Dani y yo, y mejor aún, tremenda foto la que nos hicieron cruzando esa línea de meta, con la bandera de nuestra España desplegada.


Después de esta contienda, os podéis imaginar lo que nos vendría. Yo creo que a pesar de las molestias sufridas en una de mis rodillas, desde el km 80 y sabiendo que lo único que tenía por delante era una bajada, no paraba de pensar en cuanto llegar a la línea de meta y la cruzara, de comerme un par de huevos fritos con unas patatas asadas. Con su cervecita de rigor por supuesto. Ese era nuestro premio a tanto sufrimiento obtenido.

Así lo hicimos y de las mejores maneras. Trasladándonos a ese establecimiento el cual desde el primer día nos acogió como si fuéramos familia, y con bastante carga calórica, paliábamos nuestra hambre. 



Os puedo asegurar, que no hay mejor fuente de energía después de lo acumulado, que lo que veís en las imágenes. Una vez ingerido delicioso plato, te vuelves a encontrar como nuevo. Dispuesto si hace falta, ha levantarte y dirigirte hacia donde tenías la cama, y sin dudarlo, acostarte y levantarte a la mañana siguiente. Eso sí, con el estómago lleno, como se tiene que tener, después de tremendo esfuerzo.

En ese momento el bar en el cual nos encontrábamos estaba repleto de gente. Una porque se encontraba en la misma situación que nosotros, y otra porque estaban dando uno de esos partidos considerados como importantes y de liga (Real Madrid - Atlético de Madrid).

Bueno pues decir, que una vez entrado en el establecimiento, se notaba a distancia que había corrido y quienes no. El simple hecho de acercarse a la barra a pedir otra cerveza, era un auténtico suplicio. Parecíamos portapasos en plena semana santa cartagenera, llevando hasta el paso y sin tambores que no lo marcaran. Que espectáculo y cuanto sufrimiento. Ja ja ja.

Así, paliábamos nuestra hambre, y a la vez, comentábamos lo sufrido. Cada uno en su batalla, pero al fin y al cabo, resultando lo mismo. Que nos encontrábamos felices por haber conseguido nuestro sueño, y estar todos presentes celebrándolo.

Una vez cenamos, nos dirigimos de inmediato hacia el polideportivo para acostarnos. Lo teníamos claro. Cenar lo antes posible, para acostarnos pronto y descansar lo máximo.

Al día siguiente había que levantarse temprano y recoger las bolsas que en la competición pasada, habíamos dejado en sendos km, siendo como os recordaba en el 40 y 70.

La noche debo decir que fue muy complicada. No pude dormir en toda la noche por los dolores que presentaba mi cuerpo. Eran un ir y de venir con molestias desde mis pestañas hasta las uñas de mis dedos. En este caso de los piés, que debo decir que dos de ellas ya mostraban claros síntomas que las cambiaría.



Levantados y puestos en marcha y recogido nuestro campamento base, nos dispusimos adentrarnos de nuevo por ese precioso pueblo y llegar hasta la misma línea de meta para recoger las bolsas. Recogidas estas y para coger fuerzas de nuevo, nos introducimos en el interior de otro establecimiento el cual y para sorpresa nuestra, nos encontrábamos al resto de espartanos y los cuales en el día anterior también habían hecho frente a la carrera.

Risas, comentarios y agradecimientos, era lo que se estrechaba entre nosotros. Nuestras caras era un fiel reflejo de lo que cada uno sentíamos por lo conseguido, y sin dudarlo entre todos nosotros como buenos compañeros y deportistas que somos, no importándonos el tiempo empleado y si las sensaciones obtenidas, nos felicitábamos.

Terminado todo, y ya cada uno en sus vehículos partíamos de nuevo hacia nuestra Cartagena. Dejando en tremendo paraje un recuerdo el cual llevare conmigo de por vida.



Todas estas experiencias de lo que te nutren indudablemente es de todos esos buenos momentos pasados. Porque una vez cruzas la línea de meta, como por arte de magia se olvida todo lo malo, y te quedas con lo realmente bueno.

Doy gracias a Dios por sentir como siento. Por disfrutar de cada uno de los km que corro y comparto junto a mi gente. En especial y en esta competición que nos une, hacia la persona de Dani Campos.

Gracias mi hermano por transmitirme lo que me transmitiste  Gracias por ser tan paciente. Gracias por demostrarme en plena carrera lo compañero que eres, ya que sin dudarlo, lo que dimos por inicio y juntos, lo finalizamos.



Esto sin ti, no hubiera sido lo mismo, y sabes que doy gracias por ello y más el día que dijimos de compartirla y juntos. Se que vendrán más y mejores, pero sobre esta y hacia tu persona, indudablemente me quito el sombrero. Gracias, gracias y gracias mi hermano.

No quiero tampoco en este escrito, olvidarme de dos personas las cuales nos solo en esta competición, sino antes de que se llevara a cabo, estuvimos en contacto directo y programando entrenamientos.

Ellos sin duda, fueron parte importante en toda esta magia. Sin ellos, tampoco todo esto hubiera sido lo mismo, y màs aún sin la presencia de nuestra princesa Mari Angeles. Ella, junto a David Martinez, lo dificil, no lo hicieron facil. Gracias por haber confiado en nosotros y haberse unido a este barco desde su inicio.



Gracias Mari Angeles, por paliar esas molestias en mi rodilla al dia siguiente nada más levantarme. Gracias por esas benditas manos y tus agujas, que bien sabías donde las depositabas, para que esos dolores los cuales presentaban, poco a poco fueran desapareciendo.

Siempre he dicho que menos mal que no te has dedicado a jugar a los dardos, porque indudablemente se te catalogaría como una de las mejores jugadoras de España.

Ehhh, lo que os diga. En pleno masaje te pregunta, ¿donde te duele?, mira si una pierna abarca músculos y ramificaciones, pués no falla, donde clava la aguja ahí que está la molestia y lo mejor de todo es, que poco a poco notas como desaparece. Y es que como siempre he dicho, cuando tratas con semejantes profesionales, te olvidas de todo, porque sabes que estas en buenas manos. Gracias.


No puedo tampoco olvidarme de una parte, la cual hace que todo esto surga. Esa es la concerniente a mi familia y en especial a mi mujer Alicia. 

Gracias mi vida como siempre por hacer que los entrenamientos sin ningún género de duda, los pueda llevar hacia adelante, gracias por esas tortitas energéticas que te currastes y que debo decir que me salvaron en algún que otro tramo y en este caso, mas en el concerniente a la última bajada.

Gracias por estar siempre ahí y confiar en mis posibilidades y proyectos a los cuales hago frente. Nada sería posible sin tu presencia. nada sería posible para mi persona, sino contara con la inestimable confianza y apoyo el cual siempre has depositado en mi persona.



Por ello, y sobre estas líneas te felicitto. Mi gran trofeo es tenerte entre mis brazos y es por lo que doy gracias por ello. Por ello y por esos dos pequeños genios los cuales y en su día y otorgastes. Ellos, nuestros hijos, para mí son sin duda, fuente de inspiración y sacrificio para si hace falta morir por ellos.

Por esa causa, soy como soy y me sacrifico de pleno, para que no les falte de nada y ante todo en esta vida sean felices mientras vivas, 

Hubieron muchos momentos en la competición en los cuales os lleve en mi cabeza, por eso de esta foto, la cual deja claro que besando nuestro anillo, en cada paso y km recorrido mi vida siempre has ido conmigo. TE QUIERO.


A mi Brigada de la Muerte y cada uno de sus componentes, tampoco puedo olvidarla, a cada uno de sus componentes y los cuales siempre están dispuestos a entrenar junto a nosotros. A ellos, les debo mucho y sobre todo, km compartidos. Sabéis que os necesito como el comer, y que sin vuestra presencia y compañía en cada uno de los entrenamientos a los cuales hacemos frente, nada sería lo mismo. GRACIAS.

Y para terminar, nombrar el que para mí sin duda es el más grande. Una vez más, nuestro señor ha hecho que pueda disfrutar una competición de estas características y junto a su persona. Él es JUANDE.

Gracias maestro por transmitirme todo lo que me transmites y por esos km en plena ruta compartidos. Gracias por tus palabras y muestras de apoyo incondicional hacia nosotros siempre.

Sabes que te quiero y que tanto tu mujer como tu, para mí soy extremadamente especiales. Me gustaría coincidir más en específicos, entrenamientos y competiciones, pero sabes que por circunstancias laborales y personales, me es imposible, por ello cada vez que coincido de nuevo y a tu lado, todo cobra un especial sentido y cuanto lo agradezco. Un fuerte abrazo.



Y otra de esas personas de la cual no me puedo olvidar tampoco en este escrito es de mi queridísimo Andrés Moliner, el cual me inculco parte de lo que siento por la montaña.

Aún no estando presente en la competición, él más que nadie siempre va conmigo. Es mucho lo entrenado y compartido conjuntamente, para que llegado el caso, no ser consecuente y no hacer caso de sus enseñanazas.

Gracias mi hermano por todo, y en especial en esta competición que nos une, el que me hayas dejado tu saco de dormir, el cual tuve que hacerlo desde fuera, porque me distes ese de pluma buena y en su interior me asaba. Gracias por todo y por lo que nos queda que compartir. Para mí siempre serás ese Gran Sabio llamado Muflón X-trem. Un beso para Flori y Tahoe.



Para finalizar, quiero dar las gracias a cada uno de los que entraís en este blog y me dejais comentarios y vuestro apoyo.

Gracias por estar ahí. Gracias por animarme desde el principio a no dejarlo y a seguir informando de lo que en cada entrenamiento y competición sentimos.

Seguiremos en la brecha y más motivados que nunca, para saber con ello que sin duda, a muchos y en la distancia os hace tremendamente felices.

Gracias, gracias y gracias.