Orgulloso,
feliz e inmensamente afortunado me siento al poder contar a mi lado con toda
esta maravillosa gente la cual me
acompaña a diario tanto en entrenamientos como en competiciones que se lleven a
cabo.
Esta crónica
no la podía comenzar de otra manera, ya que considero que sin vosotros todo
esto no sería posible.
La competición
que nos comporta en la crónica de hoy, he de decir que ha sido una de las
mejores (por no deciros la mejor), a la cual me he enfrentado en mi vida desde
que estoy relacionado a las carreras por montaña.
Esta se puede
catalogar como tal. “De montaña”. De auténtica montaña y de las buenas.
Preciosa si cabe decirlo en todos los ámbitos de su recorrido. Pero bueno, a lo
que vamos.
Para situaros
he de deciros que lo mejore que pudimos hacer la BDM X-TREM FM, fue semanas
atrás escaparnos de buena mañana y realizar el recorrido de la competición a
modo de entrenamiento.
Sacamos el trac
de internet gracias a un compañero que años atrás la había realizado, y hacia
la Puebla de Don Fadrique en Granada. La verdad he de decir que nos
consideramos unos auténticos privilegiados porque a escasas dos horas de
vehículo lo teníamos delante para afrontar el específico.
Como os decía
ese entrenamiento fue el que nos salvo en el aspecto psicológico para afrontar
y de las mejores maneras el día de la competición de nuevo la subida a la
Sagra. Más tarde y en líneas abajo os argumentaré a lo que me refiero.
Volviendo al
día “H”, en este caso el pasado 23 de Septiembre del año en curso, casi toda la
BDM X-TREM FM al completo, (faltando en este caso nuestro gran compañero y
amigo Andrés Moliner), nos dirigimos hacia una nueva batalla. Una nueva entrega
de lo que iba a ser, una lucha cuerpo a cuerpo contra una montaña. En este caso
la denominada “La Sagra”.
A las 5:15
horas en punto de la mañana (siempre como relojes suizos), al completo y
divididos en tres vehículos, tomábamos
la iniciativa hacia un paraje de ensueño, los componentes de la BDM X_TRE FM, Mister
Morcillo, José Luís, Daniel Campos, Ángel Mayor, Jesús Ingles, Antonio Funes y
su súper Amparo, acompañados del que suscribe junto a la cerillica y los dos
camotos (mis hijos).
Puestos ya en
ruta, cada uno de los que iban a llevar a cabo dicha competición, llevaba sus
cábalas y planteamiento de carrera. Comentarios de rigor y siempre todos ellos
relacionados a la competición se hacían patentes durante todo el camino hasta
llegar a la querida y deseada Puebla de Don Fadrique.
A las 7:30
horas ya estábamos en el pueblo. Ya habíamos llegado al lugar donde ya la
marcha atrás no cabía lugar. La temperatura reinante en esos momentos era de
13º. Hacia frio y se hacía patente en
nuestras carnes.
Sabíamos que esa
circunstancia en el momento que amaneciera y rompiera el sol iba a desaparecer
al momento. La climatología que se esperaba para el evento era buena.
Aproximadamente 25º en plena competición.
Y así he de
decir que ocurrió. Previo al café de rigor y tostadakas (unas de tomate, otras
de mantequilla y mermelada y los más atrevidos de miel), el grupo hacía la
ingestión oportuna de hidratos para llegar de las mejores maneras a la
competición que en breve se iba a dar comienzo.
Todo esto se
llevo a cabo en el restaurante donde la última vez que entrenamos comimos. Una
vez finalizamos y salidos al exterior del establecimiento, observábamos lo que
en breve se nos iba a otorgar de nuevo.
Un nuevo día.
Una nueva luz la cual en este caso venía con un brillo y una energía extra que
se hacía patente en nuestros cuerpos.
Todo de
repente poco a poco empezó a cobrar sentido. Todo se empezó a dibujar y de qué
manera. Las siluetas de las montañas a lo lejos. El resplandor de un nuevo
amanecer ante nuestros ojos. Y todo sumado a que en breve junto a todo ese
inmenso regalo, nos íbamos a ver envueltos todos los que formamos el grupo, en
semejante aventura.
Sorpresa en
esos momentos inesperada fue la aparición en el lugar de un buen amigo mío. El
cual cercano a mi vehículo estacionó el suyo. Se trata de mi compañero PENCHO.
Desde estas líneas a él y su pareja, les mando un fuerte abrazo.
Otra sorpresas y de las buenas
(en mi caso), fue como delante de mi vehículo estacionaba mi gran amigo, compañero y hermano CORCIN, junto
a su equipo el cual acompañaba.
Os lo podéis
imaginar cuál fue nuestra respuesta al vernos ahí en esos momentos. Nos
infundimos en un gran abrazo que hacía que la energía que me faltaba para
afrontar la prueba en cuestión, se acrecentara y deseara ya en breves momentos
que se diera comienzo a la fiesta.
La presencia
de mi amigo Corcín en estos eventos, hace que todo cobre un especial sentido.
Como únicamente él sabe recordárnoslo, “La vida”, es lo más importante. Gracias
hermano. Un fuerte abrazo para toda tu gente, que sabiendo que es tu gente, sin
conocerlos a penas, son mi gente también.
Una vez los
saludos correspondientes la Brigada se equipo con sus mejores galas (FONTANERÍA
MARTINEZ hizo acto de presencia también en el lugar), y preparados para la
batalla de rigor nos dirigimos hacia el Ayuntamiento de la localidad para
recoger el dorsal oportuno.
Antes de
llegar al citado edificio, otra gran sorpresa nos llevábamos. En el lugar
hacían acto de presencia uno de los más grandes y buen amigo mío llamado Pascual
Gambaó, junto a mi gran compañero de batallas Alejandro Mateo y su grupo. Otro
(merecido y deseado alto en el camino), para saludar como se merecen semejantes
guerreros. Para mí siempre tener delante de mí a mi Pascual, es síntoma que
todo vuelve a ser como siempre.
Continuando y
una vez dejábamos a los compañeros, llegábamos al ayuntamiento ya los nervios
comenzaban hacerse patentes. Los mismos se paliaban al empezar a ver a
compañeros de batallas los cuales se habían dado cita en el lugar para disfrutar
como nosotros.
Puestos en
línea de mesa se me asigno el dorsal número 21. Con nombre impreso inclusive.
Como me gustan las competiciones que ya a primera vista se ven que son
sumamente serias.
Como os decía,
dorsal 21 e impreso JOSE RAMÓN tenía. Ahí hice un especial hincapié. Fue en ese
justo momento que observaba el dorsal que iba a llevar conmigo en plena
competición. Ahí es cuando me dije, que ya había llegado el momento. Una nueva
competición en breve se iba a dar lugar y el que suscribe iba a estar inmersa
en ella.
No podía ya
dar marcha atrás (no es que lo hubiera pensado), pero sí que me decía que ya
todo estaba hecho. Que lo único que me tocaba afrontar era el recorrido
completo, y una vez finalizado el mismo, disfrutarlo junto a vosotros como
siempre lo hemos hecho.
Así fue. Así
lo hice, y con una tremenda motivación salí del interior del ayuntamiento hacia
la calle. Allí justo antes de salir a la citada vía, me encontré con mi gran
maestro acompañado de su gran mujer llamada Conchi. Juande hacía acto de
presencia en el lugar y esa circunstancia para mí siempre son indicios que la
fiesta está asegurada. Con todo lo que comporta la competición por supuesto y
ante lo que nos íbamos a enfrentar, pero no nos olvidamos nunca ( y esa es
nuestra auténtica filosofía), que mientras competimos, corremos y transitamos por la montaña, hacerlo de una
única manera. Disfrutando al máximo de cada pisada y metro conseguido en
ascensión y descenso.
De vuelta a
los vehículos ya para ultimar detalles de equipación a llevar en la competición
en sí, empezaban a llegar al lugar auténticos titanes. Máquinas las cuales nada
más que su presencia mi persona se transforma por tal inmenso regalo.
Teresa Nimes
(uffff sin palabras). La gran Esther Sánchez (bjiainnnnnn), D. Antonio Ibarra, ha
acompañado de su gran y auténtica máquina Inma Tomba. Todos ellos acompañados
de otros corredores que para mí me merecían el máximo respeto. Siempre tenerlos
delante, nada más que en el saludo, ya me siento pleno. Es como si cada vez que
les doy la mano o un beso a ellas, me transmitieran un poquito más de toda su
experiencia. Es como si me otorgaran la confianza que me faltaba para afrontar
esa nueva carrera. Cuanto les debo y cuanto les estoy agradecido por ello.
Preparados al
completo, ya todos nos dirigimos hacia el punto de encuentro. En este caso una
vez más cercano al ayuntamiento de la Puebla de Don Fadrique, para que desde
allí y por megafonía se escuchara que en apenas 5 minutos íbamos a pasar por el
corralillo todos los corredores allí presentes para en breve dar la salida.
Os podéis
imaginar el algarabío y nervios del momento. Sumado también a las fotos de
rigor para inmortalizar todo aquello. Nuevas sorpresas nos llevábamos al ver
que hacían acto de presencia viejos amigos nuestros y auténticos guerreros de
anteriores competiciones.
Los Yeclanos,
junto a nuestro queridísimo Paco y Manuel y toda su gente. Que placer y que
felicidad me dan toda esta maravillosa gente. Que recuerdos de batallas
pasadas, donde codo a codo, entre todos conseguimos nuestro sueño.
Y en esta
ocasión sin quererlo de nuevo allí todos presentes. Gracias guerreros Yeclanos,
para mí sabéis de sobra que desde hace tiempo os considero como hermanos. Un
fuerte abrazo.
Ya puestos en
parrilla de salida y con buena música de fondo, sincronizábamos el GPS y
dábamos comienzo. Ese previo. Ese inicio de competición fue controlado por un
vehículo de la policía local de la localidad hasta salido del pueblo.
Una vez en el
lugar asignado por la organización y todos agrupados, ahora sí que comenzaba lo
bueno. Ahora sí que comenzaba la auténtica fiesta a la cual habíamos venido a
disfrutar, por ello una vez más cuando se escucho 3-2-1 fuego, el júbilo, la
explosión de sensaciones se hacían patentes en nuestro cuerpo.
Tener en
cuenta (por lo menos a mí me pasa), que previo a la salida. Al inicio de la
competición después de todo lo que has sufrido, entrenado y sacrificado para
llevarlo a cabo en ella, lo único que deseas en esos precisos momentos es que
se dé la señal de salida.
Es una
sensación, la cual parece como si durante mucho tiempo te hubieran retenido con
una cuerda. Siempre atrapado y no pudiendo hacer lo que te gusta. Que es
correr, correr y correr por esa montaña.
Bueno, pues imaginarse toda esa
tensión acumulada interiormente en tu cuerpo. Imaginarse por un momento que
notas como delante tuya tienes a esa persona la cual después de tremendo
cautiverio te va a dar de nuevo la vida. Te la va a dar escuchando de sus
palabras preparados, listos, yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Ahí, justo en
ese momento, me gustaría tener una máquina corporal la cual registrara todas y
cada una de mis sensaciones. Porque son de todo tipo. Euforia, nervios, y hasta
inclusive, síntomas de mareo. Tengo sensaciones inclusive de parecer que de un
momento a otro me voy a caer al suelo porque las piernas no me las noto. Eso
imagino que son los nervios. El momento de ver que por todo lo que has luchado
y entrenado, lo tienes delante para vencerlo.
Todas estas
sensaciones hasta pasados unos metros (mejor dicho un par de kilómetros en mi
caso), no se palian. Es como si la maquinaria corporal en ese transcurso, poco
a poco se reajustara y comenzara a visualizar el terreno y ya desde ese preciso
momento saber que está corriendo.
De esta
maravillosa y preciosa forma dimos comienzo a la competición. Momentos antes a
la salida la organización nos exigió que portáramos con nosotros unos
cortavientos. Se hace de agradecer tal requerimiento porque tratándose de lo
que se trataba y ascendiendo como último tramo a dónde íbamos a ascender,
siempre es preferible asegurar y no llevarse sustos a posteriori inesperados.
También os
digo, que aparte de que yo lo pensara, no sería el único, que sabía que por la
climatología reinante en el lugar y en el desarrollo de la competición, tal
prenda requerida no iba a hacer falta colocársela.
Bueno, como os
comentaba. Puestos en ruta y en los comicios de la competición debo decir que
siempre es una auténtica locura. Yo desde hace bastante tiempo soy consecuente
y prefiero comenzar sobre lo planeado.
Aquí, en esta
ocasión (como en líneas arriba os anunciaba) llevábamos de antemano programado
y memorizado el recorrido completo. Esa circunstancia he de decir que nos valió
y mucho.
No quiero ni
pensar el haberme presentado en esta competición sin saber lo que sabía de ante
mano. Esa circunstancia hizo que desde el inicio de la competición fuera
consecuente con mi ritmo.
Mis
sensaciones eran buenísimas. Poco a poco iba asentándome en carrera y toda la
ascensión de inicio la hacía sin apenas resentirme. Tramos que tocaba ir
corriendo, se hacían. Tramos que prefería asegurar y de subida (por muy fuerte
que me viera en esos momentos), optaba por realizarlos andando e imprimiendo
técnica de pisada.
Inclusive os
puedo asegurar que esos tramos de los que os hablo, a la vez que subía andando,
me servían (y lo digo con absoluta y tremenda modestia), para recuperar. Porque
el ritmo impuesto por el corredor que me predecía me era cómodo para afrontarlo
de esa manera.
Luego he de
decir que lo hiciera como lo hice, porque siempre tuve claro una cosa en
carreras de montaña. Lo que de inicio hagas de exceso, al final siempre lo
pagarás por defecto.
No se trata de
competir tocándote los huevos. No se trata de tener la sensación de que no estás
dando el do de pecho. Pero si se trata (si has hecho las cosas bien), de
conocerte a ti mismo, y saber si el ritmo que llevas en esos momentos es el
correcto. Y peor aún, si llegado el caso, tanto esfuerzo luego vas a pagarlo a
última hora en el último tramo del recorrido.
Aquí, en esta
clase de competiciones tienes que ser realista y ver de la fuerza que dispones.
De la preparación que has llevado a cabo para afrontarla, porque llegado el
caso, la virgen no se aparece.
Te digo esto,
porque en este tipo de carreras es muy normal que al principio veas que el
ritmo impuesto es muy cómodo. No muy rápido y hace que quieras ir delante con
los de cabeza.
Deja que cada
uno haga su carrera y tu programa la tuya., porque llegado el caso (y da mucha
rabia) el que después lo pagas eres solamente tú y es una pena.
Cada uno
llegado el momento sabe como esta. Sabe de qué manera va afrontar la prueba y
el esfuerzo requerido para el momento. No os dejéis llevar por (son escasos
pero los hay), esos ignorantes que te dicen previo a la salida que no se
encuentran muy bien, y después te imponen un ritmo que te parten.
Limitarse a
vuestras sensaciones. A vuestra pequeña experiencia la cual paso a paso, metro
a metro, va a hacer que en lo sucesivo os conozcáis.
Como os decía
(que me lio y se me va la cabeza), previo a todo ese ascenso de inicio hasta
llegar al kilómetro 8 de competición, fui bastante bien asentado en carrera.
Esa sensación
la tengo, porque llegado a esas alturas de la competición, los que me han
adelantado han sido muy pocos. Eso determina que lo que has realizado hasta el
momento ha sido bien hecho.
Otra cosa es
lo que me tocaba afrontar en breve. Como os decía km 8. Este enclave la
organización previo a la salida ya lo había anunciado. Ya nos dijeron que
lleváramos cuidado por la máxima exigencia técnica del terreno.
Menos mal que
ya sabía a lo que me iba a enfrentar. Porque una cosa es que te lo digan y otra
cosa es verlo con tus propios ojos. Ya lo dice la periodista que presenta el
programa de Samanta, como no es lo mismo contarlo que vivirlo, (y esto lo añado
yo), aquí están mis huevos para que lo veas. Y ya os digo si lo vais a ver,
porque todo ese tramo lo tengo grabado.
Bueno como os
decía. Hasta ese momento lo que nos habíamos encontrado en recorrido habían
sido subidas y pequeñas bajadas y alguna que otra parte de empedrado que te
hacía disfrutar del momento. Pero lo que se avecinaba (por lo menos para mí) no
era que digamos mi fiesta particular.
O sí. Porque
nos sé como tomarlo. Sabía a lo que me iba a enfrentar, pero no sabía cómo
podía terminar el momento. Justo en el vértice de bajada. En el escalón de lo
infinito. De lo desconocido, me paraba. Me concienciaba y me decía a mí mismo,
que después de todo lo conseguido y lo bien que lo había hecho hasta ese tramo
no podía recular y verme perjudicado de las peores maneras.
Allá que
fuimos. Allá que nos dejábamos caer y comenzaba la fiesta. El tramo, un
cortafuegos del 15. Un auténtico desnivel, que si a mí solamente me hubieran
hecho pasar y a ningún corredor más, me hubiera dirigido hacia la organización
y les hubiera dicho si estaban de broma.
Los que me
situaron y me hicieron ver que el camino elegido era ese, fueron los corredores
que poco a poco llegaban al tramo y sin pensárselo dos veces y anunciándote
paso, se dejaban caer como auténticas cabras montesas.
Diossssssssssssssssss,
por un momento dado me pensaba que estaba en una selva. A mí paso y descendiendo veía por todos los
lados a muflones y cabras extremas, las cuales afrontaban esa parte específica
de la competición de una manera que me dejaban extenuado. Hasta una que otra
ave rapaz tuve la ocasión de escuchar mientras me adelantaba (mi gran amigo
Funes). Ja ja ja
Yo a lo que me
dedique en ese tramo en concreto (y debo decir que baje mejor de lo esperado),
fuer a asegurar. No quería lesionarme y menos aún matarme llegado el caso.
Esa bajada
debo decir que era tremenda. Muy pero que muy exigente. Piedra suelta. Arena
batida como vertida de mil ceniceros. Que se te introducían dentro de los
calcetines y una vez te quitabas el
tenis, parecía que venías de la mina como un buen minero.
Tramos que
tenías que ser consecuente y mirar bien donde pisabas, porque la ostia estaba
asegurada. Yo siempre siendo fiel a mis principios (y tratándose de bajadas), he
de decir, que compre tres parcelillas en la zona, lo que han derivado que me
nombren concejal de urbanismo en ese pueblo. Ja ja ja ja.
Bromas aparte
y prosiguiendo con nuestro recorrido, ya en la parte de abajo y vencida
tremenda bajada. Lo que tocaba afrontar era una pequeña subida (exigente),
finalizando en un pequeño riachuelo, para dar salto a una preciosa pista y
llegar a un albergue con una Iglesia preciosa.
Ahí,
encontrábamos otro (más que acertado) punto de avituallamiento. Reponiendo
fuerzas más en el aspecto líquido que en el sólido, continuábamos por la senda
para llegar a unas tremendas escalinatas y salir de nuevo a un camino.
En
este tramo he de agradecer el apoyo de la gente que allí se encontraba
presente. Gracias a ellos (y aproximadamente encontrándonos en el km 14 de
competición), los apoyos se hacían incondicionales para continuar luchando, y
coger fuerzas para afrontar el último tramo de carrera, que en este caso era de
los más duros del momento.
Una vez
vencido ese tramo, derivaría una vez subidas las escalinatas de la Iglesia, a
la salida a una nueva pista forestal, la cual nos hacía no perder el ritmo de
competición. Viendo como poco a poco íbamos dejando atrás a corredores que nos
encontrábamos a nuestro paso, y en breve ascendiendo de nuevo hasta lo más
alto. En este caso de la montaña de la Sagra.
Aproximadamente
un kilómetro y medio o dos de la citada zona, comenzaba la fiesta. Comenzaba el
verdadero tramo de la competición a la cual hacíamos frente en el día señalado.
Para que os
situéis, estamos hablando aproximadamente del km 20. Desde ahí comenzaba una
auténtica subida la cual se iniciaba en un lugar el cual se conocía como “El
bosque en vertical”.
Os lo podéis
imaginar a lo que nos enfrentábamos. Ese tramo en concreto lo que tenía claro y
por la experiencia del entrenamiento pasado, que lo iba hacer íntegramente
andando. De correr ná de ná, me dije para mis adentros. No seas tan valiente y
resérvate para la bajada que te espera una vez corones el alto de La Sagra. Es
lo que me decía mi Pepito grillo en uno de mis oídos.
Y viendo lo
visto, y sentido lo sentido, doy gracias de haberle hecho caso. Esa última
subida de la que os hablo, después de semejante carga, puedo aseguraros que se
hizo tremendamente dura.
Y lo digo
(modestamente) hasta ese tramo, haciendo las cosas bien. Porque las sensaciones
hasta ese momento habían sido muy pero que muy buenas.
Pero la
competición tiene siempre imprevistos, y cuando comenzó el verdadero ascenso,
los tirones en uno de mis gemelos y parte de la cadera, comenzaron hacerse
patentes.
Ahí más que
nunca (y nunca mejor dicho) tuve que
amarrar a los 15 ponis que venían conmigo desde el inicio de la carrera. Ja ja
ja.
Lo mejor de
todo, es que veía que no era a mí solo el que se le atragantaba el citado
tramo. Cada uno a su manera, lo luchaba, disfrutaba (si llegado el caso se
puede decir de esta manera), y lo vencía sin rechistar nada a cambio.
En ese tramo
el silencio era absoluto. Lo único que escuchabas era el aire allí reinante y
los soplidos del resto de participantes. Ese aire, a veces se te hacía tan
denso, que parecía que alguien te hablaba y de decía que no ibas a tener huevos
a llegar hasta lo más alto.
Joder que no.
Hasta ahí podíamos llegar. Vale que la presencia de senderistas por la zona
facilitaba el asunto, porque es de agradecer sus ánimos a nuestro paso. Pero
eso no quitaba que se presentaran tramos los cuales te situaran en carrera y
vieras que lo mejor sería sentarte y dar por finalizado todo ese evento.
De verdad.
Quien os diga que no, os miente. En una competición de esta índole, se tocan
todas las sensaciones habidas y por haber, y llegas inclusive a replantearte
cuando más jodido vas, que qué coño haces tú allí sufriendo de la manera que lo
estás haciendo, cuando sentado en el salón de tu casa y con una buena cerveza
en las manos, todas esas malas sensaciones no las estarías sintiendo.
Hayyyyy
amigos. Ahí está el kit de la cuestión. Ahí está la auténtica magia de la
carrera. Que sin esfuerzo no hay recompensa. Y esa misma cerveza de la cual os
hablo, de la misma manera y una vez acabada la carrera nos la tomamos, pero os podéis
imaginar cómo nos sienta.
Lo resumiría
en tres palabras “de puta madre”. Porque esa sensación habrá derivado en que
has conseguido tu sueño y no hay mejor manera de celebrarlo que un un buen
trago de cerveza en las manos.
Por eso en ese
mismo momento, donde tu subconsciente te dice que pares. Tú mayor enemigo (que
a día de hoy, no has tenido la oportunidad de conocerlo personalmente), te dice que no sigas. Todas esas putas voces
que no sabes de donde salen, pero que no paran de anunciarte que lo mejor que
te puede pasar es que te pares. Hacen que te crezcas. Que te vuelvas grande.
Más aún de lo que tienes delante. Y esa fuerza que (no sabes de donde
proviene), o mejor dicho (y lo digo en mi caso) que si sé de donde me bien (que
es de vosotros), hace que aún estando parado y jodidamente roto, me levante y
siga corriendo. Hasta inclusive cuando me duela hasta en el alma. Pero ahí, en
esos precisos momentos es cuando pienso en vosotros y sois lo que me ayudáis a
ver que juntos de nuevo, PODEMOS.
Esa es la
auténtica fuerza. Esa es mi auténtica energía. La que a distancia y en esos
momentos me transmitís en plena carrera. Porque aunque no os lo creáis, todos
los mensajes, todo el apoyo recibido y toda esa fuerza que me mandáis previo a
la prueba, sale justo en esos precisos momentos.
Esos momentos
que son los que necesito que estéis ahí, para seguir escalando, peldaño a
peldaño, roca a roca, para saltar a un nuevo altiplano y ver que cada vez más
cerca teníamos delante a nuestra Sagra.
La tenía ya a
escasos metros. (Aproximadamente 600), ya me estaba imaginando mi paso por ese
punto geodésico. Y más motivado si cabe de saber a quién llevaba delante.
Antonio Ibarra, Ángel Mayor, Daniel Campos (al loro con lo que os digo ahora),
Misterrrrrrrrrr Morcilllooooooooo, Diossss que carrerón se marcaron.
Cuando los vi
descendiendo desde lo más alto de la Sagra y de la manera que lo hacían, mi
cuerpo se hacía grande. Mi alma se engrandecía de ver a tremendos salvajes
luchar como lo hacían. Más atrás y escuchando su aliento hacia acto de
presencia mi gran amigo y querido Funes. Sufriendo lo inimaginable, pero ahí estaba
dando el todo por el todo. Y os puedo asegurar que llegado ese tramo, cada uno
llevábamos a cuestas nuestro calvario. En mi caso las uñas de los pies
comenzaban a hacerme mucho daño.
No puedo
olvidarme de ellos, que a pesar de no verlos sabían que estaban luchando como
auténticos jabatos. Mi José Luís del alma y mí querido Cayuela. Esos sí que nos
demostraron ser unos auténticos espartanos. Y en este caso nuestro Cayuela (que
en líneas más abajo os diré el motivo).
Lo dicho.
Desde lo más alto de la Sagra (2381 m en positivo), y bordeando el punto
geodésico. Con un tremendo beso en la piedra allí existente, rubricaba mi
estancia, acordándome en esos precisos momentos de mi gran compañero y amigo
(perdido en un fatídico accidente de tráfico), M A N U E L B A R R A N C O. Te
quiero hermano.
Ya encauzado y
en línea de descenso para llegar a la meta, nos separaban escasos 5 kilómetros.
Pero llegados al momento. Que pedazo de 5 kilómetros.
Esto para
asemejarlo es como cuando de pequeño ibas a la feria y para lo último siempre
dejabas la mejor atracción para llevarte a tu casa un buen sabor de boca.
Pues aquí
pasaba lo mismo. Lo que nos tocaba afrontar era un bajadón y de los buenos.
Técnicos y precioso donde los haya. Sin miedo y solventando algún que otro
problema, poco a poco fuimos descendiendo por auténticas paredes de piedra. Que
inclusive te hacía correr de lado. Saltando. Esquivando, llaneando y así un
sinfín de técnicas habidas y por haber, que hasta ese mismo momento en la vida
habías practicado.
Yo en lo que
alucino en estas competiciones es (no como sube la peña), nooooooooooo, sino
como bajan. Que hijosssssssss de putaaaaaaaa ( en el buen sentido por supuesto,
que pá hijo puta, yo el primero). Están locossssssssss los cabrones. No temen por
su vida y menos aún por la del contrario cuando a su paso lo adelantan de la
manera que lo hacen.
Vosotros sabéis
la sensación que se le queda a uno cuando está bajando solo por una de esas
vertientes, y por detrás no escucha a nadie, y de pronto como por arte de magia
te piden paso, y no solamente que lo dejes pasar, sino que veas como baja.
Para mí, es
como si me sentaran en una silla y me amarraran, y con un marro de los buenos
me dieran en toda la cara. Se me queda una cara de gilipollas. De no entender como
estos cabrones adquieren esa técnica. En fin, que poco a poco seguiremos
trabajando en ello, para ser mejores en esos medios. No por ellos, sino por mí,
para evitar mal mayores y no matarme que es de lo que no se trata.
En fin,
haciéndolo de las mejores maneras posibles solventábamos los tramos. Momentos
que la confianza bajando era absoluta, y momentos donde ese descenso se hacía
interminable por la peligrosidad que entramaba.
Hubo un
momento que hasta (no se de que manera), introduje la puntera de mi pie en una
raíz, que hizo que perdiera el equilibrio (y como por arte de magia) o porque (y
estoy en lo cierto) una vez más Dios estaba conmigo, y de esta manera recobrara
mi sentido y pisara fuerte en la siguiente pisada, para no resbalar y caer al vacío
y de esta manera poder terminar lo que tenía por objetivo.
Así, llegamos
hasta un altiplano. En todo este tramo de descenso, he de decir de nuevo, que
parte fundamental y vital para que fuera más emocionante, fue encontrarnos a
nuestro paso y mientras descendíamos a senderistas que se encontraban en la
zona y la competían a su manera.
Esas palabras
de apoyo. Ese aliento del momento. Esas frases de vamos que ya te queda poco,
hizo que la bajada fuera más apasionante. A parte he de decir, que muchos de ellos
en la actualidad son amigos míos y me emocionaba tremendamente al verlos.
Gracias Adolfo, gracias Teresa Nimes por vuestros apoyos incondicionales, y
gracias a toda esa gente que también conocía, pero que me resulta imposible de
acordarme de sus nombres.
Ya estaba
hecho. Ya se había terminado. Y sin creérmelo entrabamos en la zona de asfalto.
Con una última sorpresa. Inesperada para mi persona en este caso. Como
anteriormente habíamos llevado a cabo un entrenamiento, creía que a escaso
metros se daría por finalizada la prueba.
Y
esa sorpresa fue que llegado el momento, por parte de personas de la
organización, nos desviaran a un camino a izquierdas e hiciéramos frente al
último ascenso.
Llegado este
momento y por lo que tenía delante y sabiendo que era poco lo que me quedaba,
no me obsesioné mucho con esa subida. Era cortita pero muy jodida. Y más por lo
acumulado en las piernas hasta ese momento.
Sumado a que en ese tramo tuve la oportunidad
de coincidir con unas de nuestras compañeras de equipo como es nuestra AMPARO,
hizo que esos últimos metros de competición diferentes y auténticamente
preciosos. Y más cuando me comunicó que iba la primera clasificada de su
carrera.
Poco a poco y
con la música ya de fondo, por la motivación del momento y sabiendo que nos
encontrábamos a escasos metros de dar por finalizado semejante fiesta, me dio
tiempo a incrementar de nuevo el ritmo y sentir una felicidad plena nada más
pasar por debajo de la señal de meta.
El crono lo
paraba en 3 horas y 39 minutos. Uffff, y previo a la competición y por el
entrenamiento llevado a cabo decíamos de bajar de 5 horas. Pedazo de
competición y sobre todo, sensaciones vertidas en ella.
Vuelvo a decir
y no me cansaré de repetirlo, que a día de hoy me siento un auténtico
afortunado por disfrutar como disfruto junto a mi grupo.
También os
digo una cosa. Si la competición en sí había sido buena hasta esos momentos,
agarraros a lo que en línea de meta y una vez
traspasada la misma nos esperaba.
Recogida de
(por cierto), PEDAZO DE BOLSA DEL CORREDOR, donde mi sorpresa se acrecentaba al
abrirla y observar que nos hacían entrega de un buff, unas mayas junto con su
correspondiente camiseta haciendo mención a la prueba y un par de calcetines a
juego. Si me cabe decir algo a estas alturas será, I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E.
También decir
la gente que allí ya se encontraba y que momentos antes habían dado por
finalizada la prueba. Esos saludos, esos abrazos y felicitaciones. Antonio
Ibarra, Ángel Mayor, Daniel Campos y Mister Morcillo, y demás corredores con
los cuales había tenido el honor de disfrutar de tan tremenda carrera.
En especial
quiero hacer una mención a mi compañero Jesús Molina López del equipo Senda,
por tremenda y exigente competición llevada a cabo su persona y la cual la
misma en diferentes puntos de la misma hemos compartido y de qué manera.
Desde estas
líneas Jesús, darte las gracias por dada tu confianza en mi persona sin apenas
conocernos. Para mí, sin duda eres otro de mis puntos de referencia y a tener
en cuenta. Un gran Ultra fondista con un corazón como la montaña que momentos
antes habíamos coronado.
Así poco a
poco fueron llegando todos. Cada uno a su manera y con su objetivo cumplido. José
Luís, Pedro Cayuela, Esther Sánchez, Inma Tomba y nuestro maestro Juande.
Las risas, los
comentarios y todos esos momentos, siempre quedará en mi corazón como recuerdo
guardados.
Como os decía
la fiesta no había terminado. La sorpresa final. La traca definitiva que
agudizaría nuestros paladares era lo que en un prado adjunto a la meta la
organización nos tenía preparado.
Todo un oasis
de comida y de la buena. Junto con un grifo de cerveza, que debo decir, que ese
primer trago después de lo conseguido,
hacia que desaparecieran todos los malos momentos de lo recorrido. Y
encima de todo si viene bien decirlo (que ya lo creo que viene bien decirlo)
cervecita Alhambra para mis sentidos. Siempre lo he dicho y me reafirmaré en lo
mismo. Dicen los entendidos que probablemente se trate de la cerveza más buena
del mundo. A mí (sin duda alguna) lo es y con creces.
Y cuando digo
oasis de comida para situaros os diré que nos encontrábamos delante de una
línea de defensa culinaria la cual hacia que visionaras para tus gustos
olfativos cosas como pimientos verdes fritos con sus correspondientes huevos fritos.
Bandeja de cogollos de lechuga buenísimos. Ensalada de pasta que te quitaba el
sentido, y para rematar la faena, platako de migas con pichicas de gato y de
las rojas. Uffffffff, que atracón. Que no parar de ingerir todo lo que te venía
a la boca. Ehhhh??? Pero sin un basta ya. Sin un, una cosa solamente. Que va,
que va, al contario, a tuty pley y junto a tu familia. Vamos lo que los de la
tierra solemos conocer cómo; A PAJERA ABIERTA. Y sin pagar un duro (que es lo
mejor). Todo incluido con los 40 euros pagados en la inscripción.
Y ahí es donde
quiero llegar. Ahí es donde quiero hacer una especial mención y FELICITAR con
creces a la ORGANIZACIÓN que ha llevado a cabo este evento. Por como lo ha
preparado. Por como se ha desarrollado y sobre todo por el trato recibido por
parte de ellos hacia nosotros en todo momento.
Cuanto tienen
que aprender otras pruebas de esta y a las cuales me he enfrentado y llegado el
caso, no le llega ni a la altura de los talones. Con tanto renombre que se
suponen que tienen.
La crisis nos
afecta a todos por igual. Pero la organización de la Sagra nos ha hecho ver,
que pensando íntegramente en el corredor popular, dicha carrera de ser un
negocio para otros, ésta se convierta en algo especial y competirla de por vida.
ENLACE DE RUTA DE LA COMPETICIÓN GPS:
http://connect.garmin.com/activity/226046309
ENLACE DE RUTA DE LA COMPETICIÓN GPS:
http://connect.garmin.com/activity/226046309
Eso os puedo
asegurar que se va a llevar a cabo. Mientras las piernas me resistan tan
elevada exigencia, allí estaré corriendo y disfrutando de nuevo de esas
tierras. Inclusive si llegado el caso, tengo que anular otras competiciones, no
me temblará el pulso, porque para carrera, ésta sin duda, es de muchos cojones.
VIDEO DE LA COMPETICIÓN:
VIDEO DE LA COMPETICIÓN:
A G R A D E C I M I E N T O S.
Desde
estas líneas no quiero olvidarme de nadie. Quiero agradecer a cada uno de los
corredores que me he encontrado a mi paso en competición, su comportamiento.
Quiero agradecéroslo por el máximo
respeto que nos hemos tenido mientras corríamos. Ni un porqué, y si máxima
benevolencia a la hora de pedir paso.
Gracias
de nuevo. Por haberme enseñado tanto. Espero disfrutar junto a vosotros en
breve otra nueva competición y de esta manera, junto a vosotros (que sois
todos) seguir disfrutando.
Un fuerte abrazo y felices
entrenamientos.
Nosotros ya después de dejaros
estas líneas escritas, ponemos rumbo a la Ultrafon de Molina de Segura. 6 horas de auténtica
locura, con un único objetivo. ¿Cuántos kilómetros estás preparado hacer
mientras corres en dicho tiempo?. La comida, una vez más está servida y encima
de la mesa.
Biajinnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
FOTOGRAFÍAS PREVIAS A LA COMPETICIÓN (ENTRENAMIENTO)
FOTOGRAFIAS DEL DÍA DE LA COMPETICIÓN:
Agradecimientos a nuestro PATROCINADOR OFICIAL del equipo.
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