jueves, 10 de enero de 2013

Cresteando por el Castillo del Roldan.






Buenos días mi gente. Buenos días mundo. Hoy, después de una noche de trabajo, volvemos a la vida. A lo que realmente nos gusta y nos identificamos con ello.
En breve para desayunar tenemos, una salida de las nuestras junto a Daniel Campos, para meternos entre pecho y espalda alguna que otra series y de las buenas. En este caso, series por montaña.

A veces no se cuales son peores. Pero lo importante es, exigirte el máximo de ti mismo, para llegada la competición de rigor, saber que todo lo que ha estado por tu parte, lo has puesto encima de la palestra.

Por lo demás, quería hacer especial incapié en la frase que te he dejado. “AMA HASTA QUE TE DUELA” Yo me quedo con eso. Corto, claro, escueto y sencillo. Y muy directa y fácil de comprender.
Pero cuando dice hasta que te duela, quiere decir hasta que sientas ese dolor en tu alma por todo lo que te rodea y en este caso amas.
Tienes un sinfín de variedades y oportunidades para concederte es amor del cual te hablo.
Date esa oportunidad y empieza ahora mismo a sentir lo que en tu vida cotidiana se te presenta como regalo de esta vida.

Me voy a entrenar, luego os contaré como me ha ido.




Después de esta pequeña introducciòn y reflexión de a diario, vamos a lo que nos interesa. Al grueso de la cuestión. A lo que fue el entrenamiento que en el día de ayer llevamos a cabo, y que en líneas más abajo os cuento como sucedió.

Nunca mejor dicho y como hemos dado por título a la crónica de hoy. Cresteando por el Castillo del Roldan. Es en lo que se ha basado y ha consistido en su totalidad el específico que hemos llevado a cabo en el día de hoy mi compañero de batalla Daniel Campos y un servidor.

La mañana, como siempre (climatológicamente), prometía. Sol de justicia y temperatura óptima para poder ponerte una camiseta técnica de manga corta y afrontar lo pensado sin ningún tipo de problema.

La consigna en el día de hoy, de nuevo estaba clara. SERIES, y en este caso en una zona que se las trae.

El tramo tengo que decir, que no es muy largo en extensión, pero si muy exigente en su inclinación.

Estamos hablando de la cresta del Castillo del Roldan, y que transcurre desde el Mirador del Roldan, hasta lo más alto de su Castillo. 500 metros de distancia de auténtica locura trialera.



Salida a las 11:00 horas de la mañana. Dicha salida se posponía a dicha hora, por haber trabajado por la noche y necesitar horas de descanso para poder afrontar lo planificado.

11:00 horas en punto y desde nuestro Campamento base emprendíamos la salida hacia el Mirador del Roldan, no sin antes encontrarnos con un buen amigo y en este caso otro espartano de los buenos como es nuestro hermano NINO.

Con él, nos hemos ido calentando hasta justo el inicio d la subida al camino de las Carihuelas. Allí, nos hemos despedido, y de camino de vuelta Daniel y yo, emprendíamos el ascenso por su camino principal hasta el referido punto el cual iba a determinar que en breve comenzará el auténtico entrenamiento.

En el punto de consigna, y después de haber subido todo ese tramo del cual os hablo sin parar. Lo hacíamos consecuentemente y a sabiendas de que no podíamos forzar la maquinaria porque si no, una vez en el altiplano del mirador, as series que teníamos pensadas hacer (tres en este caso), no iba a ser ejecutadas de las mejores formas.



Recuperados  en el mirador del Roldan, determinábamos de que manera íbamos a hacer las series.

Lo bueno de juntarte con gente de tu grupo, es que al conocerse de pleno, por muy exigente que sea el entrenamiento sabes que no van a decaer en el intento.

Y más en este caso con Daniel Campos. Son muchos años los que nos avalan de sufrimientos, series y más series sobre pista de atletismo y asfalto.

Pues dicho y hecho. De inicio se determinaba realizar tres subidas desde se punto en concreto, hasta llegar al punto geodésico del Castillo del Roldan.

Para hacer más amenas las series, determinábamos que uno de nosotros en cada serie iba a llevar la incitativa, y la última serie en un punto en concreto, la compartiríamos al llevarla a cabo en dos partes. A primera llevando yo el ritmo de subida y su parte final Daniel Campos.


La primera serie tengo que decir que fue de acondicionamiento al medio. Siempre me pasa lo mismo. Aunque se sufra, como sabes que delante de ti todavía tienes más paré, pues te lo tomas con filosofía y las desgranas una a una.

Al ser tan duro el específico, éste no puedes darle comienzo pensando en todo lo que te queda, porque te puedo asegurar que el cuerpo es sabio, y ante tal tremendo esfuerzo se bloquea y se las apaña de tal manera, para hacer que te agobies. 

O que no merece la pena sufrir tanto. O para qué coño estás en esos momentos allí arriba y sufriendo, cuando podrías haber estacionado el vehículo en el mismo sitio y haberte quedado en el kiosco de Miguel tomándote unas cervezas

Arriba y después de la primera ejecución de serie, fotaka de rigor para el recuerdo. Las fuerzas en esos momentos estaban al 100 x 100. Gracias a un compañero que pasaba por el lugar fue posible esta instantánea.



De camino de nuevo hacia el punto de partida, y en este caso bajando tranquilo para que la recuperación fuese completa, llegábamos de nuevo al mirador del Roldan, y sin pensárnoslo dos veces, en este caso la iniciativa de la serie me tocaba llevarla a cabo a mí

No podía achicarme, y menos hacer que Dani se viera perjudicado en el ritmo impuesto. Así, emprendíamos un nuevo ascenso hasta lo más alto de los cielos de mi Cartagena.

Segunda serie hecha. Ya en el subconsciente, pensábamos que nos quedaba nada más que una sola serie y finalizaríamos el entrenamiento.

A eso se sumo que en la zona en la cual nos encontrábamos (punto geodésico), coincidiéramos con José Forteza. Un compañero y amigo que a nuestro paso y percatarse de que éramos nosotros, no dudo en afirmarnos en el momento un: “ESTAIS LOCOSSSSSSSSS”.

Fotaka de rigor de nuevo para dejar constancia y sensaciones de esa segunda serie, y vuelta al punto de partida, no sin antes encontrarnos por la zona y ascendiendo para dejarse caer por la parte de atrás del Castillo del Roldan, como es a nuestro hermano NINO.



Abajo del todo, ya de nuevo en el Mirador del Roldan, y momentos antes de dar inicio a esa supuesta última serie de subida, me acerque a Dani y le dije. ¿Sabes cual es lo bueno de compartir entrenamientos compartidos?, el no sabiendo por donde iban los tiros me dijo, no.

A lo que rotundamente le afirme. Que estos siempre se realizan con alguna que otra sorpresa añadida, y a mí, te puedo asegurar que los números impares no me gustan. Así que mentalízate hacer esta nueva ascensión llevando tu el ritmo, que después tendremos una nueva serie y esa sí que será la última.

Ni rechisto. Ni se inmuto. Acato y sin darme (como aquel que dice), tiempo a beber algo de agua, ya tenía a nuestro Dani, ladera arriba y corriendo.

Eso es de lo que os halaba. Esa es la gran diferencia y lo que hace que los entrenamientos cobren un especial sentido. Cuando tú propones. O alguien del grupo decide algo, y es que todos los que te rodean, o con el que te encuentras en ese mismo momento, acate sin medar palabra lo decidid, sin un pero ni un porque,  ahí, en ese preciso momento, es cuando te das cuenta, que el grupo es un auténtico bloque.



Pues llegando de nuevo arriba, y ahí sí que os puedo asegurar que ya con las fuerzas algo mermadas, nos hacíamos nuestra tercera serie y emprendíamos regreso hacia ese punto fatídico de comienzo y que haría que de nuevo realizáramos la última serie.

Esta última serie, para mí fue durísima. La patata se me salía por la boca, y las patas por momentos en este caso los cuádriceps), pensaba que me iban a estallar en cualquier momento.

Esta última serie me tocaba a mí imprimir el ritmo. Pero debo decir que viendo que podía perjudicar el entrenamiento de Dani, justo a la mitad de la serie y viendo que mis facultades físicas me impedían mantener el ritmo de subida, le dije a Dani que me pasara y que él subiera hasta arriba del todo a su ritmo.

Dios, como está de fuerte (o mejor dicho entrenado),  este chaval.



 Me paso y no solo respeto el ritmo de subida que yo había llevado hasta ese momento, que me creía que había sido duro. Sino que además se puso a imprimir un ritmo más fuerte, y no pudiendo aguantar el tirón el que suscribe, al llegar a todo lo alto, me saco aproximadamente 50 metros.

Me quedo, que arriba del todo, las caras eran de satisfacción plena. Lo habíamos hecho y de qué manera.

Cuatro ascensiones de órdago a todo lo alto del Castillo del Roldan desde su mirador, con 500 metros de recorrido en cada una.



Despacito y con buena letra, y en mi caso con las patas a punto de reventarme, dábamos comienzo a ese último descenso, para una vez llegados de nuevo hasta el Mirador del Roldan, dejarnos caer por su camino principal hasta llegar a los estacionamientos donde teníamos los vehículos y dar por finalizado el entrenamiento.

Abajo del todo y viendo el GPS de mi compañero, porque el mío se había quedado sin batería, predeterminaba que la distancia recorrida de entrenamiento habían sido 13 km en un tiempo de ejecución de 1h.50 minutos.

Aún nos quedo tiempo para refrescarnos el gaznate con un pedazo de rubia que nos estaba esperando, que nos quito todos los males del momento.



Ya recuperados del esfuerzo, lo que tocaba era irse a casa, hacer una buena ingestión de hidratos, recuperar y por la tarde hacer frente a una nueva hora de ciclo indoor.
En este caso lo que tenía planificado y pensado, era una sesión especial de música española junto al grupo y durante 60 minutos. Tenía que descansar bien, para en breve dar de nuevo el do de pecho junto a mi gente.

http://www.youtube.com/watch?v=rHVHofvRlgs&feature=youtu.be


Un fuerte abrazo y os deseo que tengaís en el día de hoy , unos felices entrenamientos.

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